Análisis de la publicidad femenina desde entornos comerciales.
La preocupación
por los cuerpos esbeltos, cuidados y estéticos viene marcando las identidades
de las personas con el paso del tiempo. No sólo se trata de determinados
estereotipos, sino de críticas psicológicas. Muchas veces los sujetos tienden a
buscar su propia manera de ser, vestir, comportarse, de ser auténtico. Sin
embargo esta “originalidad” no existe ya que todo sujeto está atenido a otro
pensamiento anterior de personas de su entorno; redes sociales, publicidad,
libros, etc. Imitando dichas críticas, opiniones se trata de dar un toque
personal. Simpatizamos con las opiniones y estamos de acuerdo, pero nada llega
a ser original en el mundo de la sociedad.
Las modas
predominan en el desarrollo de identidades y costumbres que la publicidad
manipula a su gusto. La influencia puede ser beneficiosa o incluso sujeta a
críticas sociales por personas con ideas diferentes que más que ser una
herramienta de provecho o “aceptación propia” lo ven como desprecio social.
Las imágenes, las frases, los discursos, juegan
con nuestra atención repercutiendo e incitando en la compra del producto, creando una forma
deformada de la belleza femenina.
La belleza
siempre será subjetiva, dado que en el renacimiento, (época en que los artistas
empiezan a aludir de manera mayoritaria el cuerpo y la belleza de la mujer), la
idea resultaba ser general, patrimonio exclusivo y excluyente de las mujeres de
la aristocracia que poseían los medios económicos y el tiempo necesario para su
belleza. La belleza así se convirtió en signo de estatus y de conflicto entre
las clases sociales. A pesar de que estamos hablando de la época antigua,
actualmente no estamos muy lejos de esos conceptos y clasificaciones. Muchas
veces se cuestiona la vestimenta de clases sociales rurales, de culturas
diferentes o simplemente por gustos desiguales.
La misma
publicidad tiene que ser inteligente y saber llevar el producto a su público.
Cuando vez un espectacular que anuncia ropa de pueblos donde la calidad es
barata, simple e incluso apantallante, el conjunto de imágenes, colores y
frases de anuncio llega a ser vulgar desde perspectivas personales y estatus
sociales, sin embargo, las mujeres al ver anuncios simples, con modelos de
marcas exclusivas/ privadas y entornos elegantes, se llega a la interpretación
de esas mismas personas.
Desde ese momento la sociedad posmodernidad se presenta como una sociedad donde el universo de los objetos, de las experiencias o del deseo de ser, se incorporan a través de la publicidad, de los objetos masivos, de la información circulante a la lógica de la moda, de lo siempre nuevo, de la adoración del objeto. En una sociedad donde el consumo es un proceso que funciona por la seducción, los individos adoptan sin dudarlo los objetos, las modas, las ideologías y necesidades elaboradas por las organizaciones especializadas bajo una aparente libertad de elección, aceptando esto y rechazando lo otro.
La posmodernidad se encuentra saturada de publicidad y marketing, con la presencia de los medios de comunicación se logra reforzar los valores ya propuestos, es decir, se tiene al alcance con mayor facilidad al grueso de la sociedad, explotando así las idead de libertad, consumo y muchas más de manera indiscriminada. Según Lipovetsky "los productos culturales han sido industrializados, sometidos a los criterios de la eficacia y rentabilidad" (1983; p.127).
Estamos en una sociedad rodeada de apariencia y espectáculo, donde la satisfacción y el abastecimiento de lo básico y lo necesario han dado paso a la búsqueda insaciable del goce inmediato, es decir, el sujeto se encuentra involucrado en una dinámica inagotable de satisfacción instantánea.
Lacan, J. (1955). Las bascula del deseo, en Seminario I, Paidós Argentina.
Le Gaufey, G (2001), El Lazo Espectacular un Estudio Transversal de la Unidad Imaginaria, Epeele, México D. F;

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