Contracrítica a Bourdieu y Foucault

Pierre Bourdieu

Fue uno de los sociólogos más relevantes del siglo XX. Su trabajo se centró en los ámbitos de la sociología de la cultura, la educación, los medios de comunicación y los estilos de vida.
Ejerció como profesor en Francia y Argelia. Fue director de la École Practique de Hauts Études y del Centro de Sociología Europea, y Catedrático de Sociología en el College de France desde 1981. Dirigió la revista Actes de la Recherche en Sciences Sociales entre 1975 y 2002, y fue unos de los fundadores de la editorial Liber-Raisons d’agir. En 1989 obtuvo el nombramiento de Doctor Honoris Causa por la Universidad de Berlín y, en 1996, por la Universidad Johann Wolfgang Goethe de Frankfurt. Durante su estancia en Argelia entre 1958 y 1960 comenzó las investigaciones que fundamentarían sus posteriores obras de crítica social.


Conceptos:

Constructivimo estructuralista 

Lo que Bourdieu nos ofrece de “constructivismo estructuralista” es una  economía  general  de  las  prácticas centrada  en  las  nociones  de  capital,  interés,  inversión y estrategia, y una antropología global (en el sentido kantiano del término) que se  propone  aprehender  la  acción  social  en  su integralidad,  superando  las  dicotomías clásicas que minan por dentro a las ciencias sociales. 
Por  lo  tanto,  este  concepto  le  permite  a  Bourdieu  postular  como  principio  generador de las prácticas una intencionalidad sin intención, una regularidad sin sumisión consciente a una regla, una racionalidad sin cálculo y una causalidad no mecanicista. Es decir,  se  trata  de  descartar,  no  sólo  la  explicación  mecanicista  por  la  determinación  de  estructuras inconscientes u objetivas, sino también el modelo consensual de la sumisión a reglas, normas y valores que se impondrían desde el exterior, o, a la inversa, el principio de  agregación  de  decisiones  individuales  y  racionales  postulado  por  el  individualismo  metodológico. 

El habitus
El  habitus  se  remonta  a  la  hexis de Aristóteles,  entendida  como  una  disposición  moral  generadora  de  actos.  La  escolástica  retoma esta misma noción para aplicarla, a través de Santo Tomás, a las “virtudes” en el sentido  de  la  teología  moral  católica.  Hegel,  a  su  vez,  la    reasume  bajo  el  término  de  “Sittlichkeit”,  entendiendo  por  tal  el conjunto  de  disposiciones  permanentes  constitutivas de  la  “moral  realizada”,  esto  es,  de  la moralidad  objetiva.  Más  cerca  de  nosotros,   es evidente  que  las  nociones  claves  de  la  segunda  filosofía de  Wittgenstein  -  juego, regla, hábito,  aprendizaje  -  constituyen  un  aporte  masivo  a  la  comprensión  del  juego social,  y  por  lo  mismo  pueden  ser    comparadas  fácilmente  con  los  significados  asociados  por Bourdieu  precisamente  al  concepto  de  habitus:  sentido  práctico, sentido  del  juego,  etc.  
El  habitus  tiene  un  carácter multidimensional:  es  a  la  vez eidos (sistema  de  esquemas lógicos  o  estructuras  cognitivas), ethos (disposiciones  morales),  hexis (registro de posturas y gestos) y aisthesis (gusto, disposición estética). Esto quiere decir que el concepto engloba de modo indiferenciado tanto el plano cognoscitivo,  como el axiológico  y  el  práctico,  con  lo  cual    se  está  cuestionando  las  distinciones  filosóficas  intelectualistas  entre  categorías  lógicas  y  valores  éticos,  por  un  lado,  y  entre  cuerpo  e  intelecto  por  otro.  O  lo  que  es  lo  mismo:  se  está  superando  las distinciones  de  la  psicología tradicional entre lo intelectual, lo afectivo y lo corporal. 
En  cuanto  esquema,  el  habitus  es sistemático (lo  que  explicaría  la  relativa  concordancia   entre   nuestras   diferentes  prácticas) y transponible,  es   decir,   puede transponerse de un ámbito de la práctica a otro, de un campo a otro (lo que nos permitiría presentir,  en  cierta  manera,  cómo  va  a  actuar  un  agente  en  una  situación determinada, después de haberlo visto actuar en situaciones previas). 
Este   es   el   momento   de   introducir   una   observación   importante:   el   habitus concebido  como  “esquema”  existe en  estado  práctico;  por  lo  tanto  se  lo  interioriza  de modo implícito, pre-reflexivo y pre-teórico.

En oposición: 

 La teorización que Pierre Bourdieu  realiza  a  lo  largo  de  varias  décadas,  es  una  respuesta  (parcial  y  en  ningún sentido,  definitiva)  hacia  la  negación  sistemática  del  cuerpo  como  una  categoría  y  dimensión   social.   Toda   la   obra   de Bourdieu   está   explícitamente   cruzada   por   la necesidad ineludible de no sólo “colocar” en el discurso sociológico al cuerpo, de hacer de   éste   un   eje   epistemológico   de   lo   social,   sino   también   de   entenderlo   como  representación simbólica y única entidad capaz de “materializar” las prácticas sociales.

Sobresale  el  concepto  de  habitus,  aunque  en  estricto  sentido  no  es  el  único  que Bourdieu  utiliza  para  “corporeizar”  lo  social.  Otras  elaboraciones  socio-metodológicas se  deben  tener  en  cuenta:  incorporación, acción  pedagógica, illusio,  capital  simbólico, campo,  etc.  Sin  embargo,  el  concepto  de  habitus es  aquel  que  mejor  expresa  esta ineludible  necesidad  bourdieuana  de  rescatar  la  dimensión  corporal  al  análisis  de  lo social.  Aquí  es  importante  señalar  que Pierre  Bourdieu  no  es  el  único  ni  el  primero  en desarrollar teóricamente las implicaciones entre lo corporal y lo social, pero sí es uno de los teóricos más radicales en este sentido, de ahí la importancia de sus aportaciones.

¿Por qué?

Bourdieu, considera  que  la  base,  unidad  y  coherencia  formal  de ese desigual  y  fragmentado espacio conformado por un conjunto de mercados lingüísticos lo establece la autoridad institucional de la lengua oficial. Por ello, el autor francés considera que la lengua estándar crece con el Estado en su génesis y en sus usos sociales  legitimados.  El  mismo proceso  de  formación  del  Estado es  el  que  crea  las condiciones  para  la  constitución  de  un  mercado lingüístico  unificado. 
 Pero aquí hago relación con el artículo en contra de la posición de Bourdieu, que utiliza el concepto “persona”, que enuncia la dimensión del cuerpo, pero no logra acabar el círculo dialéctico  entre  lo  social  y  lo  corporal,  ya que  la  “personificación”  sólo  es  un desplazamiento  de  “categorías  económicas” y  de  “determinados  intereses  y  relaciones de clase” y nunca una categoría social sobre la cual se diriman asuntos relativos al género, edad o etnia, tan importantes como la clase.



Michel Foucault

 Filósofo francés que intentó mostrar que las ideas básicas que la gente considera verdades permanentes sobre la naturaleza humana y la sociedad cambian a lo largo de la historia. Sus estudios pusieron en tela de juicio la influencia del filósofo político alemán Karl Marx y del psicoanalista austriaco Sigmund Freud. 
Foucault aportó nuevos conceptos que desafiaron las convicciones de la gente sobre la cárcel, la policía, la seguridad, el cuidado de los enfermos mentales, los derechos de los homosexuales y el bienestar. Nacido en Poitiers, Foucault estudió filosofía occidental y psicología en la École Normale Supérieure de París. Durante la década de 1960, encabezó los departamentos de filosofía de las Universidades de Clermont-Ferrand y Vincennes (conocida de forma oficial como Centro Universitario Experimental de Vincennes). En 1970 fue elegido para el puesto académico más prestigioso en Francia, en el Collège de France, con el título de profesor de Historia de los Sistemas de Pensamiento. Durante las décadas de 1970 y 1980, su reputación internacional creció gracias a las numerosas conferencias y cursos que impartió por todo el mundo.


Conceptos.-

El poder
 Para  Foucault  el  poder  es  una  relación asimétrica que  está  constituida  por dos  entes: la autoridad  y  la  obediencia,  y  no sería un  objeto  preexistente en  un  soberano
usado para dominar   a   sus   súbditos, además es   una   situación   estratégica   que   se   da en   una determinada sociedad; el poder incita, suscita y produce.
En   la   formación   del   poder   se   dan   dos elementos,   los   cuáles   son   cooriginales   e
interdependientes,  estamos  hablando  de  los  dominados  y  los  dominantes,  que  más  que
poseer el poder lo ejercen, ya que éste no se puede adquirir, compartir ni perder, debido a
que  no  es  un  elemento  físico.
Estos factores, dominados y dominantes se manifiestan en cada ámbito en que vivimos, ya sea en la familia, trabajo y hasta en la amistad; son la base de toda relación y de  toda  acción, y  nos  permiten “guiar  la  posibilidad  de conducta  y  poner  en  orden  sus efectos  posibles”.
A  pesar  de  que  dominados  y  dominantes son la  raíz  de  todo  vínculo, tanto los primeros como los segundos pueden ejecutar algún tipo de resistencia al poder, ya sea para no ser “conducidos” o para no “liderar”, resistencia que está presente en todos los actos del poder y que no lo daña, sino que constituye una parte más de éste, al igual como lo hace la libertad, subordinación e insurgencia.
 
En oposición:

 Aunque  en  ningún  momento  Foucault  se  compromete  dando  una  definición  clara  y  precisa  del  poder,  que  pudiera  servir  de  base  a  su teorización,  y  aunque  tampoco  elaboró  una  exposición  sistemática  y  analítica  de  ésta,  sí  pueden  hallarse  proposiciones  teóricas  y  elementos conceptuales  suficientes  a  lo  largo de  su  obra,  para  "construir"  una  caracterización  más  o  menos  satisfactoria  e  inteligible de lo que entendió por poder.
 Foucault  pretende  haber  elaborado  con  sus  investigaciones  una  nueva  teoría  del  poder  que  permite  ampliar  los  estrechos horizontes  de  la  concepción  tradicional  hacia  territorios  hasta  ahora no explorados ni tomados en cuenta por el análisis político.

¿Por qué?

La concepción tradicional que maneja Foucault es  la  que  identifica  el  poder  con  el  Estado,  bien  en  su  versión de  derecha  como  poder  soberano expresado jurídicamente en derecho constitucional, bien en su versión de izquierda marxista como superestructura de dominación clasista: "A la derecha, no se planteaba más que en términos de constitución, de soberanía, etc., por lo tanto en términos jurídicos. Del lado marxista, en términos de aparato de Estado. La manera como el poder se ejercía concretamente y en detalle, con toda su especificidad, sus técnicas y sus tácticas, no se planteaba (...) Sólo se ha podido comenzar a realizar este trabajo después del 68, es decir a partir de luchas cotidianas y realizadas por la base, con aquellos que tenían que enfrentarse en los eslabones más finos de la red del poder. Fue ahí donde la cara concreta del poder apareció y al mismo tiempo la fecundidad verosímil de estos análisis del poder para darse cuenta de las cosas que habían permanecido hasta entonces fuera del campo del análisis político". (Foucault,1992: 180).
Sobre todo, Foucault resalta de esa concepción tradicional del poder la estrecha relación que hay  entre  éste  y  el  derecho:  "...  en  las  sociedades  occidentales  el  ejercicio  del poder  se  formula siempre en el derecho," (Foucault, 1989:106). Relación en la que el derecho cumple la   función   de   encubrir   la   facticidad   del   poder: "..,   el   recubrimiento   de   hechos y procedimientos  de  poder  por el  discurso  jurídico-político  fueron  cosas  que marcharon  al  unísono."  (Foucault,1989:107).  Encubrimiento  a  su vez  necesario  para  que  el  poder  sea  tolerado por aquellos sobre los que se ejerce: "... el poder es tolerable sólo con la condición de enmascarar una parte de sí mismo. Su éxito está en proporción directa con lo que logra esconder de sus mecanismos. ¿Sería aceptado el poder, si fuera enteramente cínico? Para el poder, el secreto no pertenece al orden del abuso; es indispensable para su funcionamiento. Y no sólo porque lo impone a quienes somete, sino porque también a éstos les resulta igualmente indispensable..." (Foucault,1989:105).
Sin  embargo,  esa  concepción  ya  no  resulta  adecuada.  Tanto  porque  no  abarca  los  nuevos  mecanismos del poder, como porque el Estado y el derecho dejaron de ser el principal factor de expresión del poder en las sociedades modernas.



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